Caramba, ya me estoy acostumbrando a esto del "horario globalizado". ¿Será que yo mismo apago mi alarma? ¿Ahora resulta que soy sonámbulo? En fin... este es el artículo del "miércoles".
A ver, algunas particularidades de estos nuevos ordinariatos. ¿Nuevos qué? Sí, bueno, este artículo está en continuidad con el anterior.
1. Si vas a Misa a un templo católico que esté bajo la jurisdicción de uno de estos ordinariatos, ¿será lo mismo que si vas a Misa en cualquier otro templo católico?
Una acotación: aunque puse la Misa de ejemplo, los ritos se refieren a las celebraciones litúrgicas en general (sacramentos, Liturgia de las Horas, etc.).
2. Si soy un ex-anglicano viviendo en el territorio de una diócesis determinada, ¿a quién le hago caso? ¿Al obispo del ordinariato o al obispo de la diócesis?
A los dos, que trabajan en coordinación. El obispo del ordinariato será igualmente nombrado por el Papa, para ejercer su potestad en nombre del Papa ante todos los miembros del ordinariato. Y puede ser que un obispo ex-anglicano sea designado para esto, evidentemente. Tanto los obispos, como los presbíteros (los sacerdotes "típicos") y los diáconos (en su gran mayoría, una especie de "pre"-sacerdotes) ex-anglicanos, pueden ser aceptados como obispos, sacerdotes y diáconos católicos, siempre y cuando cumplan con las normas del Derecho canónico en cuanto a requisitos e impedimentos, claro está. Y se formarán junto con los seminaristas y estarán en comunión con los sacerdotes de la diócesis y se les tratará jurídicamente igual que a los que empezaron su sacerdocio como católicos.
3. ¡Pero los sacerdotes anglicanos se casan!
Tatáaan... pues si ya se ordenó y ya se casó, se analizará caso por caso y se les podrá admitir como sacerdotes casados. Pero si un sacerdote soltero se hace católico, asume el celibato. Y si un laico casado quiere ser sacerdote, pues no. A lo mucho será diácono permanente, como ya sucede en la Iglesia católica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La moderación es únicamente para evitar agresiones o groserías. Ninguna opinión, así sea radicalmente opuesta a la mía, será censurada mientras mantenga una mínima cordialidad.