Uno de los problemas básicos de la comunicación, que se hace más evidente durante un debate, es la tentación de descalificar un mensaje a través de la descalificación del mensajero. No digo que la identidad del mensajero siempre deba dejarse de lado. Depende del tipo de información. Si alguien me dice algo difícil de creer y que no puede demostrar, me fijaré en el mensajero (sus antecedentes, su trayectoria, sus vivencias, sus posibles intenciones, sus intereses personales) para saber si le creo o no. Es una cuestión de confianza. Pero hay casos en que el mensaje no depende de él, ya que aquel es suficientemente objetivo y puede, por tanto, "defenderse solo". Lo curioso es que, para saber de qué tipo de mensaje se trata, PRIMERO debo analizar el mensaje y luego sabré si necesito analizar también al mensajero, camino opuesto al que con mucha más frecuencia se practica, por desgracia.
Pero veamos el asunto más de cerca. Si uno sostiene una idea y rechaza otra, es porque prefiere la primera a la segunda. Al preferirla, la está juzgando mejor que la segunda. Aunque a mucha gente le horrorice hablar de "mejor", "peor", "bien", "mal", etc., esta conclusión es directa. Si la prefieres, la estás juzgando mejor que la otra. Así de simple. Si tu idea es sobre una elección individual, como qué vestido vas a usar, por ejemplo, juzgas esta idea mejor "para ti" y poco importará que otro esté de acuerdo (a menos que quieras agradarle); ahora bien, si tu idea es sobre una cuestión social, sobre una ley, sobre algo que afectará el comportamiento de la sociedad, entonces estás juzgando que esta idea es mejor "para la sociedad" y, dado que la sociedad está compuesta por gente que puede o no pensar como tú, será un deber de conciencia intentar convencer a aquellos que piensan distinto. Es muy probable que llamen a esta respuesta "intolerancia". ¿Quién eres tú para decir que otro está equivocado y que tú tienes la razón? ¿Te crees "dueño de la verdad"? ¡Intolerante! Pues no sé quién "debo" ser para poder decirlo; pero el criticar esto implica el pensar que ser intolerante está "mal" y que "no debería" serlo y que, por tanto, "estoy equivocado". Como ven, criticar a otro por pensar que tiene la razón IMPLICA creer que tienes la razón. Es un círculo vicioso. Si eso es ser intolerante (cosa que no creo), entonces el que critica la intolerancia también sería intolerante. Entonces... ¿qué es ser intolerante? Pues no tolerar. Simple, ¿no? Pero ¿qué es tolerar? Es soportar algo que se considera ilícito. ¿Cómo podría, pues, tolerar algo si creo que todos tienen la razón o que nadie puede decir que otro está equivocado? ¿Qué tolero? Si crees que nada es ilícito, no toleras nada. Si crees que nada es ilícito, simplemente es imposible que puedas ser "tolerante", te condenas a ser un intolerante "químicamente puro". Para ser tolerante, primero hay que creer que el otro está equivocado. Interesante, ¿no?
NOTA: rectifico la idea final, es decir, NO es necesario creer que el otro está errado para poder tolerarlo; pero ratifico la idea central del párrafo, es decir, creer que el otro está errado NO es sinónimo de intolerancia. ¿Por qué? La explicación está en el primer punto de esta entrada.
Un tercer problema MUY extendido es NO darse el trabajo de adaptar el mensaje ante aquel que piensa distinto. Si estoy ante un ateo, decirle que debe rechazar el aborto porque sólo Dios es dueño de la vida es, por decirlo muy diplomáticamente, una pérdida de tiempo. Del mismo modo, expresarte ante un creyente con ingeniosas y divertidas frases que insultan sus creencias y prácticas religiosas es, por decirlo muy diplomáticamente, una falta de respeto. Así no puede haber un diálogo fructífero.
Si combatimos estos tres problemas AL MISMO TIEMPO, es decir, si nos acostumbramos a atender al mensaje antes que al mensajero, aceptando que intente convencernos sin que sea por esto calificado de intolerante y a tratar de entenderlo desde "su" punto de vista, nos acostumbraremos también a elaborar argumentos más objetivos (más independientes del mensajero), más convincentes (puesto que reconozco el convencimiento como objetivo del debate) y mejor adaptados al interlocutor (pues soy capaz de ponerme en "su" lugar). ¿No se llevaría mucho mejor un debate de esta forma? Esto es lo que pido ahora con respecto al debate público sobre la "despenalización del aborto sentimental y eugenésico".
Yo soy hombre. Soy católico. No tengo a ninguna mujer violada (que yo sepa) en mi familia o en mi círculo de amistades. ¿Me hace todo esto inapto para hablar en contra del aborto? Depende. Primero habría que ver si mis argumentos son objetivos. Sólo después, si no pasan la prueba, se podrá decir: "este está hablando pavadas; mejor me voy a nadar en un océano de mercurio" (aunque igual me encontrarían ahí, de hecho es muy chévere). ¡Ah, por si acaso! A mis amigos cristianos pro-vida (no digo que sólo haya cristianos en esta corriente; pero ahora me dirijo a ellos), ESPERO (porque no es nada agradable la profunda sensación de vergüenza ajena) que si una mujer, atea, que ha sido violada o que tiene un ser querido que ha pasado por esta dolorosa experiencia, les habla a favor del aborto, TAMPOCO reaccionen tachando su mensaje ANTES de escucharlo, analizarlo y contestarlo DIRECTAMENTE (lo cual demostraría que de veras escucharon). Descalificar al mensajero antes de oír el mensaje es pernicioso para el MUTUO entendimiento. ¡Mutuo!
Admiro la paciencia que tienes en refutar cada desfachatez q pregonan los abortistas, yo no lo haría, no tengo paciencia, debo admitir, tampoco me importa convencer a gente que no quiere entender,,, porque estoy convencida que muy en el fondo cada persona, sea creyente o no, existe el conocimiento de que con la vida no se juega. Puedo admitir que deconozcan o duden cuando empieza la vida, el desconocimiento se soluciona informandose, pero no puedo admitir que no consideren siquiera, en el caso de dudarlo (a pesar de la irrefutable verdad), que la duda favorece al embrión. Cómo convencer a quienes no quieren entender??
ResponderBorrar1. La voluntad varía a lo largo del tiempo. Alguien puede querer algo en un momento y no quererlo en otro. Muy a menudo es una cuestión de motivación.
ResponderBorrar2. Si tú misma dices que "en el fondo" cada persona sabe que la vida tal o cual cosa, entonces puedes confiar en que cada persona es capaz de encontrar ahí en el fondo una motivación.
3. Es probable que con argumentos podamos ayudarles a encontrar racionalmente dicha motivación. De hecho, soy testigo de que sí ocurre.
ahora entiendo, lo resumiría en caridad, fe y esperanza en la humanidad. Gracias por recordármelo.
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